Conocimiento, razón y consciencia
Alejandra Mayer
En los últimos tiempos se habla comúnmente de la consciencia y muchas definiciones se tienen sobre este término tan difícil de describir. Lo que es un hecho, es que, aunque hay similitud, va más allá que el conocimiento, la moral y la razón.
Por su parte el conocimiento en términos generales se define como: la facultad del ser humano para comprender por medio de la razón, la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas.
Se han clasificado diferentes formas de obtenerlo, algunas de ellas son: el conocimiento científico, empírico, filosófico, intuitivo y lógico.
Por lo tanto el conocimiento se limita a lo que somos capaces de percibir y comprender, en general se obtiene mediante conclusiones ya estructuradas por antecesores filosóficos y científicos, sin embargo dichos conocimientos siempre pueden ser creencias cuestionables, subjetivas, refutables e incluso con información caduca.
Por otra parte, la razón es definida como la capacidad de la mente humana para establecer relaciones entre ideas o conceptos, obtener conclusiones y formular juicios.
Para Aristoteles es la encargada de unir el conocimiento y la acción, que si es elegida desde la prudencia, nos lleva a la virtud de realizar los mejores actos.
Ahora hablemos de conciencia y consciencia.
Mientras la conciencia hace referencia al sentido moral y ético al que se llega mediante el conocimiento tanto de la persona, como del entorno que lo rodea, la consciencia además de incluir el mismo término que la conciencia, también se refiere a la capacidad del ser humano de reconocer la realidad circundante y su presencia en ella.
De ahí que se usa para definir actos conscientes, como acciones que se toman a partir de una concepción más amplia de lo común, ya que al tener una acción consciente analizamos a mayor profundidad la naturaleza, repercusión e intención de nuestra decisión.
En términos filosóficos y científicos, cuando se habla de la expansión de la consciencia, se refiere a la amplitud de capacidad que tiene el ser humano para percibir la cualidad de la experiencia que está fuera de nuestro conocimiento y percepción habitual.
Jacobo Grimberg, psicofisiólogo mexicano, relata cómo la luz, actividad cerebral y sonido, por ejemplo, son ondas electromagnéticas y cambios vibracionales, que se encuentran fuera de lo físico y por lo tanto no se pueden definir pero forman parte de la cualidad de la consciencia.
Describe cómo al meditar mediante una técnica budista llamada vipassana, se puede llegar a niveles más trascendentales de consciencia, en dónde el observador llega a conocerse a sí mismo a través de limpiar su mente, respirando y unificando su cuerpo, sin juicio; perdiendo todo concepto y percepción, para así ser observador de su cuerpo, pensamientos, emociones, respiraciones e imágenes internas para después integrar el medio ambiente y el mundo visual hasta llegar a un umbral donde las concepciones de sí mismo desaparecen y se conecta con algo más allá, pero al mismo tiempo más cerca de sí mismo.
Por otra parte, Alonso del Río, conservacionista y escritor peruano, conocido principalmente por su investigación sobre las plantas maestras como herramientas para la expansión de la consciencia, menciona que la crisis que estamos viviendo es la de la consciencia, ya que estamos desconectados de nuestro propio cuerpo, pensamientos, emociones, energía y de la conexión con todo, lo cual por ende, ha ocasionado diversos problemas de salud física, psicológica, energética y espiritual, tanto en lo individual como en lo colectivo y en las repercusiones al planeta ya que todo está conectado. Él propone ya sea mediante la meditación o el uso de plantas maestras, llegar a la expansión de la consciencia para recuperar el propio poder, y entonces ser cocreadores de realidad propia.
Podemos concluir que así como no es lo mismo el saber que ser sabio, tampoco lo es el tener conocimiento que consciencia. Y que dentro de la consciencia se pueden percibir circunstancias que a nuestra razón son difíciles de comprender.