El opinadero

Viene mayor caída económica con más deuda, carestía y… mucho miedo

Miguel A. Rocha Valencia

México se encuentra en recesión “técnica” desde hace tres años con un PIB que no crece, aumento de desempleo, caída del salario, carestía, menos inversión, así como deterioro en servicios de salud. Para colmo más miedo por la violencia que cobra vidas todos los días.

Frente a ello un ganso caprichoso y vengativo que eleva a rango de seguridad nacional obras de dudosa viabilidad financiera y altamente agresivas al medio ambiente para burlar la ley, es aquel protestó obedecer y hacer cumplir desde la cabeza del Ejecutivo federal.

En términos coloquiales, estamos jodidos, no hay para dónde moverse con un machuchón que muestra rencores, incapacidad y manías que van más allá del promedio y que cuestan en dinero, avance y bienestar al país, aunque para muchos feligreses el recibir una dádiva bimensual, sea un consuelo que no cubre lo que deberían tener en servicios médicos, seguridad y oportunidades para una vida mejor.

Y lo peor es que todos pagamos la pesadilla del profeta de la 4T que se refleja ya en millones de mexicanos que de acuerdo al Inegi, tienen miedo por inseguridad causada por el crimen y la derivada de la poca certeza de la economía en manos de un sujeto errático y cuya mala fama trasciende fronteras y es causa de que los mayores inversionistas del mundo desconfíen y no metan su dinero a nuestra economía.

De tal suerte que, en lo económico, se oscurezca –aún más- el panorama ya que de acuerdo al Fondo Monetario Internacional, este año será difícil y el próximo, peor, en tanto el riesgo de recesión crece dado el debilitamiento de la economía atosigada por la inflación que llega a niveles no vistos en décadas lo mismo que las tasas de interés aplicadas por bancos para inhibir el consumo, el gasto.

Esto propiciará una caída mayor al poder adquisitivo, el empobrecimiento de los salarios y por lo tanto, menos consumo y debilidad de la economía.

Uno de los factores que “hablan” de la caída salarial que redunda en el aumento de la “pobreza laboral” reportada por el mismo Inegi, es la recurrencia al dinero de plástico, la deuda de millones de familias que al cierre del primer trimestre registró un aumento del 28.5 por ciento al colocarse en 706 mil 998 millones de pesos, frente a los 550 mil 756 millones en el mismo periodo del 2021.

Se trata de acuerdo con la Condusef y el Banco de México, de un diferencial superior a los 150 mil millones de pesos que implica no sólo caída del poder de compra del salario frente a la carestía, sino al desempleo que en mayo dejó a más de 500 mil mexicanos sin chamba incluyendo informal. Comparado con 2020, el repunte es del 62.3 por ciento en que el crédito al consumo ascendió en esos meses a 435 mil 582 millones.

Es decir no hay un solo fundamento que señale mejora económica. Incluso frente a la promesa del mesías tropical de no pedir prestado, el hecho es que hoy México adeuda dos billones 644 mil 676 millones más, lo cual representa según la secretaría de Hacienda de la 4T, 25 por ciento más que en 2018.

Al inicio de esta administración, el débito externo estaba en 10 billones 480 mil 575 millones de pesos y hoy supera los 13 millones 125 mil 251 millones de pesos, muchos de los cuáles deben cargarse a los créditos de Pemex donde incluso se pide prestado para pagar deuda de corto plazo.

Frente al planteamiento de que no se ha contratado deuda, está el hecho de que el incremento de las obligaciones aumenta a un ritmo de 2 mil 120 millones de pesos diarios, donde desde luego está el tipo de cambio, el costo de los intereses, pero también la contratación de créditos con organismos financieros internacionales y bilaterales que se disfrazan.

Y en vez de asumir medidas para continuar con desperdicios por los caprichos presidenciales, se “blindan” obras que “no dejan” como el tal aeropuerto de Zumpango cuyo mantenimiento superó los 23 millones 211 mil pesos el primer mes frente a ingresos de 308 mil 331 pesos.

De la refinería cuyo costo pasó “oficialmente” de los 12 mil millones de dólares pero que podría llegar a los 18 mil millones de dólares, no produce nada y de acuerdo con los expertos si se reconfiguraran las seis existentes, se obtendrían resultados inmediatos en el procesamiento de crudos para sacar 3590 mil barriles diarios de gasolinas. Es decir, un gasto inútil y a destiempo.

Y del trenecito Maya, es tan inviable, que no hay un solo peso privado invertido ahí, se construye con financiamiento presupuestal y los contratistas construyen con dinero de Banobras, Nafin y de Palacio Nacional. No le ven futuro financiero.

En tanto el país con miedo: el 67.4 por ciento de los mexicanos nos sentimos inseguros, según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi. Y pues ni modo que esa percepción a pesar de ser seguridad nacional se elimine por decreto del profeta.

Si, como diría el clásico: estamos fritos.

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