El opinaderoYo Campesino

Rifa del tigre

Ganso evade su responsabilidad, pero los muertos y caos son “suyos”

Por Miguel A. Rocha Valencia

En un imprudente y cínico intento de eludir su irresponsabilidad, el mesías tropical culpa al pasado, a sus “enemigos” de todo lo que no logró cumplir y el desastre en que se encuentra México.

Intenta hacer creer que las masacres y los 136 mil asesinatos que acumula en su administración son culpa de los de “antes”, de los neoliberales y que los cerca de 350 muertos de más por la pandemia de Covid, donde se incluyen fallecidos por enfermedades derivadas de su negligencia como crónico-degenerativas, cardiovasculares, recortes al presupuesto de salud y medicamentos, se deben a sus detractores políticos.

Una política de seguridad que revela complicidades criminales por acción u omisión; cárteles de la delincuencia organizada que trafican drogas, armas y personas, que asesinan con un nivel de impunidad que aterroriza y llega al 97 por ciento y del tres restante, dos recobran libertad por amenazas o mal hecha la carpeta de investigación o simplemente porque el profeta cuatrotero los cubre con su manto.

Si es incapaz de tener un destello de honradez para con él mismo y reconocer sus errores, menos lo tendrá para enmendar el camino, al menos en seguridad y salud porque eso, convierte a México en un cementerio donde la tragedia toca a la puerta de miles de hogares con masacres a toda hora, en la calle, centros comerciales, restaurantes, hogares o edificios públicos. No hay freno.

Impunidad es el juego, no sólo para la delincuencia sino en la administración pública donde se vale robar, enriquecerse siempre y cuando “rindan cuentas” al caudillo, aporten sus cuotas y queden de rodillas. “Fidelidad ciega” les exigen a cambio.

Lo otro, su falta de honradez y sus mentiras que lo convierten en el machuchón más exhibido y corrupto en toda la historia no sólo con testimonios de sus cercanos o la renuncia de 20 de sus más íntimos colaboradores que prefirieron irse antes que seguir siendo sus cómplices en la destrucción del país, sino con pruebas grabadas en audio y video, documentadas en escritos tanto en las centrales de inteligencia del propio gobierno o de particulares, muchos de los cuáles fueron víctimas de sus extorsiones.

Y así la destrucción de las instituciones, la cooptación por amenaza de dinero mal habido, de “moches” entre los seguidores y favorecidos con cargos públicos, se vuelven práctica cotidiana.

De tal suerte que quienes pueden se van, se escapan de la miseria que siembra este gobierno o de la violencia que reparte el crimen; se escapan incluso a las limosnas institucionales, por eso cada vez más mexicanos se van del país, por eso aumentan las remesas que, contra lo dicho por el ganso, son el reflejo de la destrucción económica que vivimos.

Se engaña y pretende mentirnos al justificar esa creciente migración porque los mexicanos somos muy trabajadores, cuando la verdad se van por falta de oportunidades para una vida mejor. Son los odiados “aspiracionistas” que prefieren rifarse de indocumentados que soportar las condiciones de un país en picada por la mala economía, violencia, insalubridad y autoritarismo.

Tiene razón el cacique de Palacio Nacional, los mexicanos no son flojos, pero él quisiera que fueran, por eso les da dinero a jóvenes que no trabajan ni estudian o a campesinos a quienes quitó programas institucionales de fomento a la producción, productividad y comercialización. Esa es la forma de someterlos.

Pero prefieren irse, y todavía el macuspano festeja el ingreso de 60 mil millones en remesas, dinero que refleja el tamaño de su fracaso como un presidente que nunca fue porque no sabe o simplemente no quiso a cambio de dividir a los mexicanos, destruir el país.

La pregunta es ¿Qué nación recibirá su sucesor? Quien logre el triunfo en 2024 se sacará la rifa del tigre, con un país dañado en sus instituciones, economía, salud, educación, corrupto como nunca antes y entregado a los poderes antes fácticos de las Fuerzas Armadas y crimen organizado.

El reto para quien llegue será mayúsculo; no bastará un sexenio para recuperar lo perdido, porque la destrucción del tlatoani olmeca no ha terminado, creo que falta lo peor.

Las ideas expresadas en las columnas, así como en otros artículos de opinión, no necesariamente corresponden a la línea editorial de Radar del Centro, y solo son responsabilidad del autor.

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