El espejoEl opinadero

Día especial

Galia G. Razo A.

Fue el de ayer (31 de agosto 2022), un día muy intenso. La razón es que tuvimos la presentación de dos libros en el CERESO 1000 de Valle de Santiago: «Mi paso por este lugar» y «Talento libre».

Y digo en plural «tuvimos», porque los autores fueron varios, pues eran antologías.

El evento se llevó a cabo en el amplísimo patio del CERESO varonil, y se contó con la presencia de la directora del Instituto Estatal de la Cultura, Dra. Ma. Adriana Camarena de Obeso, así como de las autoridades penitenciarias. Era así porque se culminaba con un programa de talleres que fueron estructurados por la institución cultural y realizadas en los ceresos.

El programa presentó baile folklórico fundamentalmente guanajuatense, pero también bachatas y otros ritmos, donde el maestro había logrado contagiar a sus alumnos y alumnas del contento que significa bailar. Además, un coro varonil compuesto de voces bien timbradas, dirigido por un maestro que los hacía sentir seguros e inspirados. Y por supuesto, el taller de escritura creativa y lectura (bajo mi responsabilidad), que dio como resultado los textos mencionados.

Aquello se convirtió en una fiesta artístico cultural, donde el gozo entre todos los presentes fue manifiesto. Los internos se mostraron sumamente disciplinados, pero más que nada, contentos, incluso bromistas; serios cuando se requería. Las mujeres internas, de igual manera, aunque fueron las que pusieron ambiente con las porras a los maestros y al Instituto de Cultura.

Me acompañaron en este evento cuatro personas de gran estima: Irma, Reyna, Diana y Lety. Al regreso, las reflexiones en voz alta fueron nuestra conversación.

Para una de ellas, la actividad cultural mostrada fue evidencia de que se pueden lograr cambios en las personas. Para otra, el contraste de que estábamos divididos en dos grupos: quienes eran internos, y quienes no lo éramos, pero a final de cuentas, todos «presos» por el sistema que nos rige a nivel mundial.

Para otra de las compañeras, fue una experiencia inigualable, porque se combinaron en su interior muchas emociones que le permitieron ver seres con deseos de ser mejores, de desarrollar talentos, los cuales vienen a descubrir, paradó,jicamente, en un lugar así.

Otra de las compañeras, fue presa de tantos sentimientos que le cruzaban por su mente y corazón, que no pudo evitar las lágrimas y solo atinó a agradecer todo el cúmulo de lo vivido en ese día extraordinario.

Todos finalmente, éramos seres humanos movidos por un evento, conmovidos por lo que habíamos presenciado, divididos por las circunstancias y habiendo escuchando bajo otra perspectiva, la letra de la canción que entonó el coro: «Los caminos de la vida, no son como yo pensaba, como los imaginaba, no son como yo creía…»

Día intenso, en verdad.

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