Del pensamiento mágico, al psicológico y científico
Por Alejandra Mayer
En la actualidad hay una “moda” criticada por una parte de la sociedad y por la otra, alabada. Le llaman “pensamiento mágico” y es utilizada como una herramienta de sanación mental, económica, social, emocional, física, afectiva y espiritual. Uno de los más conocidos exponentes es Alejandro Jodorowsky con su llamada psicomagia, la cual formó a partir de conocimientos chamánicos, budistas, neurocientíficos, psicológicos, biológicos y esotéricos que van al fondo del subconsciente y desde ahí trabajar situaciones complejas a partir de acciones, que a la luz de la conciencia parecen ser irracionales.
En el Anáhuac y Tawantinsuyu, ahora llamado continente americano, existían diversas costumbres que, bajo la mirada crítica de nuestra actual sociedad y religiones predominantes, fueron clasificadas como tradiciones, mitos y rituales, que para muchos carecen de sentido o incluso son llamadas costumbres paganas.
Entre ellos, los círculos de la palabra, en dónde la comunidad se reunía en un círculo alrededor del fuego y cada miembro iba tomando la palabra al mismo tiempo que fumaba tabaco con la intención de alejar malos espíritus y atraer a los buenos, mientras se ofrendaba tabaco al fuego.
Esta forma de comunicación era tanto para compartir conocimientos como para abrir el corazón y hablar sobre sentimientos y experiencias en una forma de desahogo, retroalimentación y agradecimiento.
Estos círculos se efectuaban cada vez que se hacía una ceremonia, ofrenda, danza o temazcal entre otras costumbres, también se acompañaba con cantos y música dependiendo la ocasión.
En la psicología moderna se ha estudiado a los grupos de apoyo como una de las mejores terapias de ayuda para tratar problemas de adicciones, depresión, ansiedad y diferentes trastornos, los cuales han sido de mucha utilidad para la recuperación de los pacientes.
De ahí nos transportamos a la ciencia en dónde bajo estudios llevados a cabo por la neurociencia y neurobiología se han llegado a conclusiones sobre la importancia de las actividades físicas, artísticas, sociales para la correcta generación de neurotransmisores, y por otra parte el poder de nuestras creencias, pensamientos y sentimientos como factores determinantes en nuestras acciones y en la creación de nuestra perspectiva y realidad.
De tal forma aquellos pensamientos mágicos pueden pasar por la psicología y ciencia dejándonos aportes muy valiosos y dignos de ser experimentados.