Con llanto, AMLO se retira a “La Chingada”
Galia Razo
Y llegó el final. Es el último día del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, donde el signo distintivo fue la división entre el pueblo mexicano, promovida por él mismo, además de dejar un clima donde la violencia impera, amén de otras lindezas.
Rifa un reloj y se despide de su prensa afín. De hecho, entraron a ese sorteo, solo unos cuantos -los más constantes, dijeron-. ¿Cómo serlo si había filtro para cada mañanera?
Se devela su imagen que entra en la galería de expresidentes, luego, tamaliza con sus medios consentidos.
Le cantan una canción y no puede evitar unas lágrimas, seguramente porque su tiempo como titular de la presidencia se acabó, más que por un pueblo al que vapuleó como quiso. Se va contento, dice.
Luego de unos días en la capital, irá -dijo- a su rancho al que él mismo bautizó como “La Chingada”. La verdad: nadie cree que lo hará y todos apuestan que será el poder tras el poder. Eso, Claudia lo sabrá; los mexicanos, poquito después, pues somos los que sufrimos las consecuencias. Por lo pronto, «La Chingada» lo espera.