OSUG homenajea vida y obra de Arturo Márquez

* Espejos en la arena, composición autobiográfica del homenajeado, fue interpretada con maestría por Miguel Ángel Villeda
Guanajuato, Gto., a 07 de septiembre de 2025.- En el marco de la Universiada Cervantina 2025, la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (OSUG) y su director, Juan Carlos Lomónaco, rindieron un magno homenaje al compositor mexicano Arturo Márquez por su 75 aniversario. Durante el concierto en el Teatro Juárez y con la presencia del artista, se estrenó en Guanajuato su obra Espejos en la arena, con el joven violonchelista Miguel Ángel Villeda.
El maestro Arturo Márquez es el creador de música de concierto mexicano más interpretado en el mundo, quien ha explorado diversos lenguajes musicales y enraizado parte de su estilo en la identidad y la riqueza cultural del país.
Su trayectoria comenzó a los 18 años al frente de la Banda Municipal de Navojoa; en 1970, ingresó al Conservatorio Nacional y fue becario del Taller de Composición del Instituto Nacional de Bellas Artes, del gobierno francés y de la Fundación Fulbright, lo que le permitió obtener una maestría en el California Institute of Arts y una serie de múltiples logros desde entonces. El más reciente fue el Grammy Latino 2024 por la mejor composición clásica contemporánea: Fandango (2021).
La gala nocturna, donde la Rectora General de la Universidad de Guanajuato, Dra. Claudia Susana Gómez López, entregó un reconocimiento al compositor, fue el cierre de una jornada de actividades. En un ensayo abierto a la comunidad estudiantil, el homenajeado charló cara a cara con la audiencia. Previo al concierto, el maestro Márquez, el director Lomónaco y el solista Villeda compartieron reflexiones con el público al respecto de su obra y su trayectoria.
Como preludio para la celebración, la orquesta interpretó el poema sinfónico Janitzio (1933), del también mexicano Silvestre Revueltas. En sintonía con la obra de Márquez, la pieza evoca la isla michoacana, famosa por sus tradiciones del Día de Muertos. Esta es la única composición del autor con referencia al folclor; en su inicio, recuerda a un vals de banda popular.
Sobre Espejos en la arena (2003), esta fue solicitada a Márquez por el violonchelista Carlos Prieto, con una orquestación mesurada (sin trompetas, tuba, ni trombones) y puesta al servicio del instrumento principal, además de incluir un pandero veracruzano, clave, maracas y güiro.
A partir de su subtítulo, se conforma por “tres danzas para violoncello y orquesta”, con un desarrollo cíclico y reflejos autobiográficos del autor sonorense. “Estoy regresando a mi tierra, una tierra de arena”, dijo en alguna ocasión el compositor. Por ello, el primer movimiento posee las características del son; el segundo, las del danzón; y el tercero, las de la polka. La transición al último, explicó en la charla previa el compositor, podría constituir un cuarto movimiento, una “casi milonga argentina” donde luce en solitario el instrumento.
Durante la ejecución, destacó la habilidad de Miguel Ángel Villeda y su sensilibidad interpretativa, rasgos que respaldan el reconocimiento como un prodigio musical desde su niñez. A los 12 años, fue primer violonchelo de la Orquesta Sinfónica Juvenil Carlos Chávez; a los 18, ingresó a la Orquesta Sinfónica Nacional, de la que es principal adjunto. Como anécdota, el músico relató que fue a esa edad cuando tocó por primera vez Espejos en la arena y, sin haberlo imaginado, Arturo Márquez estuvo presente para atestiguarlo.
Con una profesionalización en Canadá, Francia, Estados Unidos, Italia, Japón y Reino Unido, a sus 31 años, Villeda desarrolla una vida activa en los principales ensambles y orquestas de Londres, contando con importantes colaboraciones alrededor del mundo. Entre numerosas distinciones y premios, recientemente ganó la audición para pertenecer a la London Philharmonic Orchestra.
Antes de despedirse, el violonchelista obsequió al público el Capriccio núm. 3, de Alfredo Carlo Piatti, y la Suite núm. 4, de Johann Sebastian Bach, cuya alta exigencia técnica lo hizo merecedor del aplauso del publico y la orquesta completa.
Finalmente, la orquesta interpretó un clásico, la Sinfonía núm. 4 en fa menor (1877-1878), de Piotr Ilych Tchaikovsky. Se ha documentado que esta obra del romanticismo fue creada durante un periodo particularmente tormentoso para su autor, luego de un matrimonio fallido, ante su homosexualidad, que lo llevó a un intento de suicidio.
Según lo describió el músico, el primer movimiento simboliza el destino; el segundo, el anhelo; el tercero, la imaginación; y el cuarto, la resignación. Además, en esta obra puede notarse el sello nacionalista ruso, aunque no era común en sus composiciones, debido a su predilección por el estilo europeo.
El siguiente programa de la OSUG tendrá dos conciertos: jueves 11 de septiembre en el Teatro Juárez y viernes 12 de septiembre en el Teatro del Bicentenario. Se estrenará Miniaturas, ganadoras para la OSUG 2025. Además, se apreciará obra del italiano Nino Rota con el contrabajo de la surcoreana Mikyung Sung; la Sinfonía india, de Carlos Chávez; la Sinfonietta y el Huapango, de José Pablo Moncayo.